En el Pedir está el Recibir

¿Te acuerdas cuando eras pequeña y jugabas a actuar como si estuvieran sucediendo las cosas, como si ya las tuvieras y pudieras utilizarlas, tomarlas, esencialmente crearlas y tenerlas? Pues esta es una parte importante de pedir y que te den, de la tan famosa ahora “Ley de Atracción” señalada hace milenios en las Tablas Esmeralda y en El Kybalion.

Puedes imaginar en vivo y en directo que ya llegó lo que deseas, hay que hacer a un lado la voz de la razón, esa que nos enseñaron junto con los “deberías” para callar a nuestra mente acondicionada por el coco wash, la que nos dice que eso es una mentira y solamente algo que estamos inventando.

Pues tú insiste, hazlo como entonces, juega a ¿qué tal si? Echa mano de tu creatividad, ponle emoción a lo que imaginas, colores, sabores, sonidos. Siente la arena si estás en la playa. Mira la puesta de sol, si estás en la montaña. Hazlo realidad. Vívela. Por ejemplo, si lo que quieres es un coche rojo, no te limites a pedirlo así: “un coche rojo”, porque puede llegar tu sobrinito y regalarte uno… de juguete.

Tú no especificaste “cuál” automóvil querías. Es decir, ve a la concesionaria, súbete al vehículo, huele su tapicería, escucha el motor, siente la textura del metal, manéjalo para que sepas con que potencia da vuelta el manubrio, se deslizan las llantas, deléitate con la línea fluida del conjunto. Hazlo como si ese es el auto que deseas, pero imagínalo con todos sus adornos y los sentimientos asociados a su manejo y posesión.

Ahora solicita novio, la pareja soñada, alto, guapo, simpático, buen proveedor, de excelente cuerpo, buen bailarín, con grandes ojos soñadores, cabello oscuro rizado y por supuesto, la intención de formalizar una relación con el matrimonio, además del dinero suficiente para mantener holgadamente una familia.

Ahí es donde se aconseja incluir la famosa frase “si es para mí, para mi más alto bien, para el bien de los demás y de todos los que me rodean”. ¿Por qué? Pues imagina también que lo consigues y eres inmensamente rica, tienes los hijitos que deseabas, las casas, los lujos y todo, pero… un aciago día se pelea con tu hermano y accidentalmente lo mata… ¿Captas?

Así que ponte a imaginar realidades. Siéntate donde no te interrumpan por un rato, relájate, distiende tus músculos, rota la cabeza suavemente, quítate los zapatos, medias y calcetines, haz contacto con el suelo. Siente como de arriba de tu cabeza sale una luz brillante y se dirige al Universo. Inspira contando hasta cuatro, sostén el aire en tus pulmones cuatro y suelta en otros cuatro. Ahora estás lista para hacer tus realidades, en vivo, directo, a todo color y con detalles.

Hazlo muchas veces, todas las que puedas en el día, piénsalo y actúalo justo antes de dormirte, mientras más tiempo pases pretendiendo tu realidad deseada, más atraes las cosas que ya están en el Cosmos para ti, solamente falta que tomes tu ganchito y las jales.

Lo más maravilloso es que no solamente funciona con cosas o sentimientos, sino contigo misma. Puedes cambiar cualquier comportamiento, por ejemplo, si fumas, imagina que ya no lo haces y hueles maravillosamente, además de todos los beneficios a tu salud obtenidos, obtener un mejor empleo, dejar de repeler a los no fumadores (es cierto, no te lo dicen pero se van, me consta). Puedes imaginar que ya no ingieres comida grasosa ni docenas de dulces que ayudan a la gordura y así, todo lo que quieras, en este caso lo más importante para tu autoestima es imaginar que eres una reina, actuar como tal, ser una reina.

** Esto es parte del libro publicado "Ponte la Corona" de Consuelo Carrillo. Derechos reservados. No puede ser reproducido en ninguna forma sin permiso por escrito de la autora.

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